¿Es posible que alguna reliquia del béisbol pueda tener más valor que una pelota firmada por Babe Ruth y Lou Gehrig?
¿Qué tal una pelota con los autógrafos de Babe Ruth, Honus Wagner, Ty Cobb, Cy Young, Tris Speaker, George Sisler, Walter Johnson, Connie Mack, Nap Lajoie, Eddie Collins y Pete Alexander, en el día en que todos fueron exaltados como miembros de la primera generación del Salón de la Fama?
Esa pelota fue vendida en 623 mil 369 dólares, informó el lunes la firma de subastas SCP Auctions. Eso rompe el récord previo de 345 mil dólares, que impuso en 2013 una pelota firmada por Ruth y Gehrig.
No se reveló quién fue el vendedor. El ganador fue identificado solo como un coleccionista del sur de California, quien superó en la puja a otros 28 interesados.
El único integrante de la generación original del Salón de la Fama que no firmó la pelota fue Gehrig, quien ese día se dirigió al hospital donde fue diagnosticado con esclerosis lateral amiotrófica (ALS, por sus siglas en inglés). Ese padecimiento grave puso fin a su carrera y se conoció después popularmente como la “Enfermedad de Lou Gehrig”.
Fue el 12 de junio de 1939 cuando el Salón de la Fama abrió sus puertas. Sin embargo, había ido eligiendo miembros por tres años antes de esa fecha. Muchos estaban ya muertos.
Marv Owen, antesalista estelar de los Tigres de Detroit, quien participó en un juego de exhibición en la fecha, reconoció el significado de aquel momento y llevó dos pelotas con el fin de que los 11 integrantes las firmaran. Su objetivo era quedarse con una y regalar otra a sus ex compañero Hank Greensberg.
“Con las pelotas autografiadas, hay muy pocas que pueden rastrearse hasta su punto de origen, el momento en que se colocaron las firmas y las circunstancias en que se adquirieron”, dijo Dan Imler, vicepresidente de SCP Auctions. “Es increíble. Ésta casi te pone en ese momento, lo que es muy raro con una pelota”.
Se conservan varias pelotas autografiadas de aquella fecha, pero la mayoría presenta firmas de otros peloteros o dignatarios, lo que reduce su valor.
Además, los nombres no fueron garabateados en forma descuidada sobre el cuero de la pelota. Fue como si Owen tuviera en mente a los coleccionistas del futuro. Recabó las firmas en una tinta oscura y perdurable.
Tampoco parece casual el sitio en que se estamparon los autógrafos. En un panel de la pelota, colocadas una encima de la otra, están las firmas de Cobb, Ruth y Wagner, considerados entonces los tres mejores peloteros de la historia. En la parte alta, figura Walter Johnson, de quien se decía entonces que había sido el mejor pitcher.
“A fin de cuentas, ese panel de Cobb, Ruth y Wagner es el que pone esta pelota por encima de otras”, opinó Kevin Keating, de la firma Professional Sports Authenticator, que verificó la reliquia.
Owen puso la pelota en una caja fuerte, y su familia la conservó hasta 1997, cuando la vendió por 55 mil dólares.
Se ha perdido el rastro de la pelota de Greenberg.