La Organización de las Naciones Unidas advierte desde la Cumbre de Nairobi, en Kenia, que las muertes prematuras directamente relacionadas con degradación ambiental ya son un reto para la salud pública.
La contaminación del aire, la exposición a productos químicos, los microplásticos y el aumento de las llamadas enfermedades zoonóticas -las transmitidas o compartidas entre humanos y animales, enfermedades en permanente mutación- provocan hasta 234 veces más muertes que los conflictos armados.
El Director Ejecutivo del PNUMA, Achim Steiner, y una de las mayores autoridades en términos de conservación, revela que los impactos ambientales ya son responsables de la muerte de más de una cuarta parte de los niños menores de 5 años.
Para el 2012 por lo menos 12 millones de muertes estuvieron directamente relacionadas con deterioros del entorno. Siete millones de esas muertes estuvieron relacionadas con contaminación del aire. La exposición de los recursos naturales a sustancias químicas y agresiones ha comprometido sus ciclos naturales.
El cambio climático está exacerbando la escala e intensidad de los riesgos para la salud relacionados con el medio ambiente.
Estimaciones de la OMS indican que 250.000 muertes adicionales podrían ocurrir cada año entre 2030 y 2050, sobre todo de desnutrición, la malaria, la diarrea y el estrés por calor, como resultado del cambio climático. Muertes incluso en naciones desarrolladas en las que se creía que esos riesgos estaban superados.
La mayor proporción de muertes atribuibles al medio ambiente se produce en el sudeste de Asia y en el Pacífico occidental (respectivamente 28 por ciento y 27 por ciento de la carga total). La contaminación del aire, que mata a 7 millones de personas en todo el mundo cada año.
700 mil personas mueren cada año por exposición sin control a plomo y a asbestos; 600.000 mil personas han muerto en los últimos 20 años por desastres directamente relacionados con el clima.
Alrededor del 60 por ciento de todas las enfermedades infecciosas en los seres humanos son zoonóticas, como lo son el 75 por ciento de todas las enfermedades infecciosas emergentes.
PNUMA Frontiers encontró que ha habido un aumento mundial de las enfermedades zoonóticas emergentes, los brotes de zoonosis epidémicas, un aumento de las zoonosis transmitidas por los alimentos y una persistencia preocupante de las enfermedades zoonóticas desatendidas en los países pobres.
“Nunca antes tantos animales han mantenido por tanta gente – y nunca antes tantas oportunidades existieron para los patógenos que pasan a través del medio biofísico y los animales salvajes hacia el ganado y las personas, como las enfermedades zoonóticas o zoonosis”, indica el informe.
En los últimos años, varias enfermedades zoonóticas emergentes alcanzaron los titulares del mundo, ya que causaron o amenazaron con causar grandes pandemias. Además de la gripe aviar, que incluyen la fiebre del Valle del Rift, el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), el síndrome respiratorio Oriente Medio (MERS), el virus del Nilo Occidental, el ébola y el virus zika.
En las dos últimas décadas, estas enfermedades emergentes han tenido costos directos de más de $ 100 mil millones, señala el informe. Si estos brotes se habían convertido en pandemias humanas, las pérdidas habrían ascendido a varios billones de dólares.