INTERNACIONAL

VENEZUELA, CON LA PEOR HIPERINFLACIÓN DE AMÉRICA LATINA

Con un año de hiperinflación que prácticamente acumula un millón por ciento en 12 meses, Venezuela se ha convertido en el país de América Latina que reporta el ciclo inflacionario más dañino de la historia de la región y que aún no presenta indicios de parar.

Los precios de los productos en el país monoproductor petrolero suben a razón de 3 o 4 % por día y cada mes el índice de inflación toca o supera el 200 %, una situación que lleva a los venezolanos a vivir en eterna crispación.

El economista Asdrúbal Oliveros recordó durante el foro de la firma Ecoanalítica “Perspectivas Económicas 2019” que se celebró esta semana, que una hiperinflación “es el estado final de deterioro de una economía” y aunque abre la puerta a la esperanza al indicar que “no hay hiperinflación eterna” dice que para salir de ella debe ponerse “peor”.

“La gente piensa que estamos en la parte más dura del ciclo hiperinflacionario y lamentablemente estamos en una etapa intermedia, es decir, los niveles de aceleración en la tasa de inflación pueden ser mucho más agresivos”, dice el especialista, directivo de la firma.

La política de Maduro se enmarca en el socialismo de la llamada “revolución bolivariana” que impulsó el fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013) y es por ello que los expertos de Ecoanalítica destacan que en estos 20 años “revolucionarios” se ha producido un “ataque” sistemático a los “derechos económicos”.

“En Venezuela no se le dejó al sector privado producir, no se le deja al ciudadano decidir qué va a comprar sino que se le suprimen de alguna manera todos sus derechos económicos”, señala el economista Alejandro Grisanti.

Los especialistas explican que un trabajador venezolano que gane salario mínimo debe trabajar más de 100 horas para poder comprar un kilo del queso de la presentación más económica.

Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional calcula que Venezuela cerrará el 2019 con 10 millones por ciento de inflación y el Banco Central del país petrolero – que fue despojado de su autonomía – sigue creando dinero inorgánico para financiar el gasto público.

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