Si miras detalladamente tus dedos podrás apreciar cientos de relieves epidérmicos con patrones únicos que nos distinguen entre todos los seres humanos. Es única, irremplazable e irrepetible; es tu marca propia.
Hace exactamente 158 años se comenzó a utilizar la huella dactilar como método de identificación; fue inventado por Juan Vucetich (nacido en la actual Croacia, registrado inicialmente con el nombre Iván Vucetic y nacionalizado argentino).
Son los dibujos o figuras formadas por esos relieves o crestas papilares y pueden ser dactilogramas papilares si se encuentran en los dedos de la mano, plantares si se encuentran en la planta del pie y palmares si provienen de la palma de la mano.
Las huellas no solo identifican a la persona en vida, sino también -en la mayoría de los casos- en personas ya muertas, pero cuando se quiere identificar el cadáver se hace una serie de investigación dactilar muy peculiar.
Las huellas visibles: son aquellas que se pueden observar a simple vista, sin la necesidad de emplear elementos para revelarlos.
También pueden ser reveladas por polvos: blancos, negros, rojos y gris, que se utilizan haciendo diferencia en el tono del fondo de la huella.
También existen otros métodos, como el de la vaporización, métodos físicos, método de nihidrina o con nitrato de plata.
Los pequeñas relieves nos ayudan a sujetar objetos impidiendo que se resbalen, lo mismo al caminar descalzos por superficies lisas y resbalosas. Asimismo, se cree que las huellas aumentan nuestro sentido del tacto.
Por otra parte, en la actualidad existen dispositivos capaces de leer, guardar e identificar las huellas dactilares, ya sea con fines médicos o como contraseñas de acceso a dispositivos.