Las calles de Bruselas se llenaron de cientos de personas para conmemorar el Día Nacional de Bélgica, pese a la presente amenaza terrorista que obligó a las fuerzas del orden a reforzar los dispositivos de seguridad.
El país, víctima de un doble ataque terrorista que causó la muerte de 32 personas, el 22 de marzo pasado, continúa en nivel de alerta tres por un posible atentado.
El ataque en la ciudad francesa de Niza, que causó la muerte de 84 personas hace exactamente una semana, durante la celebración del Día Nacional de Francia, añadió tensión al contexto.
La policía de la capital movilizó a 800 oficiales para garantizar la tranquilidad de la fiesta, 240 más de lo previsto de forma inicial. A ello se sumaron agentes de la policía federal en civil, cuyo número de efectivos no fue revelado, así como más de mil militares.
Toda la región entre el Palacio de Justicia y el Palacio Real, donde tienen lugar los conciertos, animaciones y desfiles, fue aislada al tráfico en un procedimiento minucioso iniciado el martes.
Los accesos al área fueron bloqueados por vehículos de la policía y camiones militares con el objetivo de evitar un ataque similar al de Niza, en el que el terrorista Mohamed Lahouaiej Bouhlel lanzó un camión pesado contra la multitud reunida para un espectáculo de fuegos artificiales.
Pese la amenaza terrorista, la familia real tomó el tiempo de ir al encuentro de los cerca de 500 civiles que acudieron a la catedral, incluso estrechando las manos de muchas personas.