Los presidentes ruso, Vladímir Putin, y turco, Recep Tayyip Erdogan, sellaron las paces en medio de enfriamiento entre Turquía y Occidente tras el fallido golpe militar en ese país.
“El proceso ya ha arrancado, pero requiere tiempo”, aseguró Putin en rueda de prensa conjunta en el Palacio de Constantino de San Petersburgo.
Putin y Erdogan, que eligió Rusia como destino de su primera visita al exterior desde la asonada, acordaron una hoja de ruta para la normalización de unas relaciones estancadas desde el derribo en noviembre de 2015 de un cazabombardero ruso en la frontera siria.
Enemigos irreconciliables hasta hace poco, ambos mandatarios sellaron las paces no por puro “pragmatismo”, según Putin, sino en aras de los intereses de ambos países, enfrentados por Siria, el apoyo ruso a los kurdos y la represión de los tártaros de Crimea.
“Efectivamente, atravesamos un período muy difícil”, admitió el jefe del Kremlin, quien se mostró dispuesto a levantar gradualmente las sanciones adoptadas contra las empresas turcas y adelantó que en breve se reanudarán los vuelos chárter.
En particular, Putin destacó el hecho de que Erdogan decidiera viajar a San Petersburgo “pese a la difícil situación política en Turquía”, lo que “demuestra el interés turco en restablecer la cooperación con Rusia”. No obstante, admitió que ambos países tiene un arduo trabajo por delante para reanimar la cooperación económica y comercial.